El día viernes 15 de febrero de 2013, eran alrededor de las 2:15 p.m. cuando mi esposa, Sebastián y yo acudimos a la Policlínica Metropolitana ubicada en Caurimare, Caracas, con la finalidad de realizarle al bebé de tan sólo 6 días de nacido la prueba del talón, esta prueba consiste en una serie de punciones en el talón con la finalidad de obtener una muestra de sangre y así de ésta manera descartar cualquier tipo de enfermedad metabólica congénita.
Nos dirigimos hacia el laboratorio y mi esposa me entregó en brazos a nuestro hijo Sebastián, debido a que ella temía presenciar el dolor de él al recibir las punciones en su pequeño piecito, dicho esto procedí a recibir las indicaciones del especialista y coloqué al bebé en mi pecho con su pie izquierdo descubierto y fue entonces cuando lo pincharon para obtener la muestra e inmediatamente Sebastián comenzó a llorar y se privó por primera vez, al verlo comencé a arrullarlo y comenzó a calmarse poco a poco, pienso que en ese momento sentí mucho dolor en mi pecho y mucha impotencia al no poder hacer nada por mi hijo, todo fue muy rápido gracias a Dios.
Luego el especialista me pidió que sostuviera un algodón con alcohol en su pie y luego tomé a mi muchacho, lo acobijé y salimos del laboratorio, en la sala de espera se encontraba mi esposa con los ojos aguados y con dificultad terminó de vestir a Sebastián.
En resumen considero que el niño se calmo muy rápido y el dolor únicamente despertó el hambre en el, debido a que antes de salir de la clínica mi esposa debió amamantarlo, inmediatamente quedó rendido en sus brazos y nos dispusimos a regresar a nuestro hogar.